En la cúspide de las relaciones de vasallaje que caracteriza a la sociedad feudal, se hallaba el monarca, que era reconocido como primus inter pares, es decir, el primero entre iguales (nobles).
El monarca compartía el gobierno del reino con la gran nobleza (condes, duques, marqueses) y las principales autoridades religiosas (obispos y abades). Sin embargo, tenía algunas atribuciones exclusivas.
- Dirigir campañas militares, a las quedebían asistir los vasallos con sus ejércitos si no querían ser considerados traidores y perder sus feudos.
- Recaudar impuestos para las guerras, coronaciones, etc...
- Ejercer de juez supremo en pleitos, pero sin interferir en los feudos de sus nobles o de la Iglesia
- Dirigir campañas militares, a las quedebían asistir los vasallos con sus ejércitos si no querían ser considerados traidores y perder sus feudos.
- Recaudar impuestos para las guerras, coronaciones, etc...
- Ejercer de juez supremo en pleitos, pero sin interferir en los feudos de sus nobles o de la Iglesia
Para gobernar, el rey contaba con la ayuda de la Curia o Consejo Real, formada por un grupo de notables (obispos, abades, condes, duques o marqueses), que le aconsejaban a la hora de tomar decisiones.
Al rey siempre le rodeaba un séquito de personas que formaban la corte y se componía de familiares, amigos y consejeros.
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