La catedral gótica fue el reflejo de una nueva espiritualidad en la que la penumbra del interior de la iglesia románica era sustituida por una atmósfera simbólica llena de luz y colorido.
En la creación de esta nueva atmósfera contribuyeron la verticalidad de sus iglesias, que alcanzaron una gran altura, y la luminosidad interior, debida al predominio de las vidrieras y rosetones, que filtraban la luz aportando tonalidades diversas.
La planta de tres o cinco naves acentuaba la verticalidad y permitía una mayor entrada de luz.
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