La riqueza de los reinos cristianos a lo largo de los S. IX-XIII se fundamentó en la ganadería, la agricultura y la explotación de bosques.
La actividad agrícola era de subsistencia, destinada básicamente a la producción de alimentos para el autoconsumo. Se practicaba la rotación bienal y los principales cultivos eran los cereales (trigo, avena, etc.),el viñedo y el olivo, el las zonas más irrigadas, el arroz y los productos de huerta.
La ganadería, esencial en las zonas de montaña, adquirió una creciente importancia a partir de la colonización del Tajo. Los rebaños podían contar con extensos pastos en zonas muy poco pobladas, y aumentaron las cabezas de ganado. Se criaban, sobre todo, cabras y ovejas para el consumo de carne y leche y para la producción de lana
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